La Universidad de Auckland ha llevado a cabo la primera investigación a gran escala sobre los efectos del ruido emitido por los barcos en las aguas del Golfo de Hauraki, Nueva Zelanda.
La investigación muestra una reducción significativa en la cantidad de espacio comunicativo disponible para al menos dos especies marinas clave. Los científicos combinaron sonidos registrados de cuatro hidrófonos durante nueve meses mediante seguimiento automático de datos desde un barco, para monitorizar el ruido submarino de los barcos.
Los hidrófonos, suspendidos uno o dos metros por encima del fondo del mar, registraban dos minutos de datos cada 20 minutos. El estudio se centraba en dos especies que usan el sonido para comunicarse, la ballena de Bryde (Balaenoptera edeni) y la especie de pez endémica llamada Pempheris adspersa.
Se encontró que el ruido de cargueros, portacontenedores y petroleros solapaba sus vocalizaciones hasta el 20% del tiempo. Cada vez que un barco pasa a unos 10 km de la “estación de escucha”, donde estaban ubicados los hidrófonos, se reducía el espacio de comunicación un 61,5% y un 87,4% para el pez y la ballena respectivamente. El espacio de comunicación es el rango en el que dos especies pueden oírse, y este estudio revela que el ruido de los barcos reduce considerablemente este espacio.
El mayor impacto es causado en el Canal de Jellicoe, el más transitado al al noreste de Auckland. Este estudio también evidencia que el cumplimiento de la restricción de 10 nudos de velocidad podría beneficiar a las especies que viven en la zona, ya que emitirían un menor nivel de ruido.
Este estudio se centra en barcos comerciales, pero más de 130.000 embarcaciones de recreo usan regularmente el Golfo, y se espera que aumente el número un 40% en los próximos 20 años. El siguiente estudio se centrará en cómo afectan estas embarcaciones al espacio comunicativo de la vida marina.