En su nuevo libro,“Operations Rules”,publicado este otoño,Simchi-Levi indica una serie de formas en las que las compañías pueden mejorar su logística,concretamente mediante datos y análisis para reducir el impacto de la cadena de distribución en el medio ambiente.
Si nos basamos en la cantidad de emisiones implicadas en mover una tonelada de productos una milla,los camiones generan seis veces más emisiones que los trenes,y diez veces más que los portacontenedores. En este sentido,la carga refrigerada de larga distancia transportada por aire genera 47 veces muchas más emisiones por tonelada-milla que transportada por mar. La distancia no siempre equivale a una elevada huella de carbono. Medir la huella de carbono implica cuantificar muchos factores,incluyendo las emisiones producidas por cada combustible,la eficiencia del combustible en cada forma de transporte,la energía usada por los centros de distribución y las emisiones generadas por diferentes tecnologías de generación eléctrica (como carbón,gas natural o energía nuclear),y las emisiones resultantes del envasado de productos.
Hoy en día,las compañías necesitan seleccionar el modo apropiado de transporte dándose un equilibrio entre el coste,el tiempo y las emisiones. Antes,un distribuidor que tenía proveedores en Asia y vendía sus productos en la costa este de EE.UU los enviaba a un puerto en la costa oeste como Los Ángeles,y luego en camión por tierra hasta la costa este. Cuando el combustible era más barato y las emisiones de carbono se consideraban de menor importancia para el equipo de logística,era una estrategia apropiada. Pero dado elevados precios del combustible y la significativa diferencia de costes entre los diferentes tipos de transportes,y las emisiones entre transporte por carretera y por mar,debería considerarse una estrategia diferente. El mismo distribuidor puede transportar productos a través del Canal de Panamá hasta un puerto de la costa este que esté en ruta hacia su destino final,que sería una estrategia de distribución más barata y limpia.
Una estrategia apropiada para reducir emisiones seria incrementar el número de centros de distribución. Según el modelo de Simchi-Levi,por ejemplo una hipotética empresa de mobiliario de oficina en EE.UU. con alcance nacional reduciría las emisiones el 33% si tuviera seis centros de distribución en vez de dos. Y mientras esas instalaciones adicionales usaran energía adicional,este incremento se vería compensado por una reducción en el número de millas que los camiones tendrían que recorrer para llevar los productos a su destino.
Otra forma de reducir emisiones es un mejor proceso de embalaje. Mediante formas más eficientes de empaquetar los productos se reduce el espacio necesario para transportarlo,por tanto se requeriría un número menor de viajes para transportar la misma cantidad de productos,a la vez que no costaría más necesariamente.
Simchi-Levi cree que cada vez más empresas están invirtiendo en estudios analíticos minuciosos de sus emisiones,propiciado en parte por los precios inciertos del combustible. Estos estudios se extienden también a operaciones de producción,que suponen un 18% de los gases de efecto invernadero generados por humanos a nivel global (adicionalmente a aquellos generados por la logística). En parte por esta razón,Simchi-Levi está comenzando un nuevo proyecto sobre el futuro de la fabricación en los EE.UU. La intención es comprender como los cambios en la economía y en el entorno empresarial impactarán en el proceso de fabricación.