El estudio científico internacional, hecho público por Cepesca en el Día Mundial de los Océanos, analiza 349 stocks en todo el mundo que representan el 90% de la población total de estos peces.
El estudio evidencia el crecimiento de la biomasa mundial de los peces demersales como gallo, merluza y lenguado.
Un estudio de la Universidad de Washington y rubricado por un equipo de 11 científicos de Estados Unidos, Sudáfrica, Japón, Namibia, Argentina y Chile evidencia el aumento y la buena salud de la población mundial de los denominados peces de fondo o demersales, tales como el gallo, la merluza o el lenguado. La investigación la ha hecho pública en nuestro país la Confederación Española de Pesca (CEPESCA) coincidiendo con la celebración del Día Mundial de los Océanos.
El estudio ha analizado 349 stocks de estas especies en todo el mundo, que en su conjunto representan el 90% del total de su biomasa, y concluye que la reglamentación y el creciente respeto por la conservación medioambiental por parte de la actividad pesquera ha propiciado el crecimiento de estos stocks.
De hecho, el estudio revela que, actualmente, podría incrementarse la pesca de estas especies desde el 61% actual hasta un 75% sin alterar el buen estado de los stocks, y asegurando un número de ejemplares en el mar, sobre todo de juveniles y reproductores, para garantizarlo.
Según este grupo de científicos, este margen de maniobra es de especial relevancia debido a la calidad de las proteínas de este tipo de pescados y ante el reto al que se enfrenta el planeta de alimentar a entre 2.500 y 3.000 millones de personas más en los próximos 25 años. De hecho, según han evidenciado ya distintos estudios científicos, como el desarrollado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en ingles), sólo mediante el incremento de la ingesta de proteínas provenientes de productos pesqueros será posible mantener el nivel objetivo de calentamiento global del planeta por debajo de los 2°C.
A este respecto cabe señalar que la Universidad de Washington analizó el impacto medioambiental de la producción de distintos alimentos, demostrando que el consumo de la proteína de pescado tiene una huella de carbono inferior a las de otras proteínas animales. Concretamente, y según este estudio, 40 gramos de pescado blanco y pelágicos (especies que viven cerca de la superficie) tienen una huella de carbono inferior a 1 kg frente a los 20 kg de huella de la misma cantidad de otros tipos de proteína animal.
El análisis de los 349 stocks de peces demersales analizados en el estudio está basado en información de la FAO y en los datos de las últimas series temporales de ellos, que incluyen abundancia del stock, capturas, presión pesquera y protección de poblaciones juveniles.
Señalar, por último, que el estudio ha dividido el mapamundi por las distintas zonas de pesca en las que se capturan estas especies, determinando la salud generalizada de los stocks, destacando entre ellas el noreste y centro del Pacífico, y el noreste, sureste y suroeste del Atlántico. Con respecto a las familias de peces, se detecta un aumento del stock en los últimos años, sobre todo en los pescados scorpaeniformes o de roca, y los pleuronectiformes, tales como el gallo y el lenguado.