La decisión de que el presidente Trump va a imponer fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos podría dar lugar a una guerra comercial generalizada, en la que el transporte marítimo también se podría ver afectado.
Los más afectados por la decisión de Trump serían sus países vecinos. Estados Unidos produce aproximadamente el 75 % del acero que consume, lo cual lleva inmediatamente a pensar en la dificultad de rellenar lo que le falta con medios propios, lo que produciría inmediatamente un encarecimiento sensible de los bienes manufacturados con acero en el propio país, así como la pérdida de competitividad en la exportación de los mismos; sin contar con las posibles contra-medidas defensivas que otros países puedan tomar contra EE.UU. en el comercio de otros bienes y servicios.
Si crece el precio del acero en los EE.UU., también lo harán los precios de los productos fabricados con acero y con aluminio. ¿Cuáles serían las consecuencias?
El problema mayor a largo plazo de medidas proteccionistas basadas en frenar las importaciones a bases de aranceles aduaneros, es precisamente la continuada pérdida de productividad y consecuentemente de competitividad. Esto ha sucedido desde hace mucho tiempo en la industria de la construcción naval estadounidense, protegida por la Jones Act que impide que los buques mercantes de bandera de EE.UU. puedan construirse fuera del país, además de sufrir otras restricciones.
EE.UU. es el más importante comprador de las exportaciones chinas, y viceversa. Una guerra comercial desencadenada entre ambos países daría lugar a un efecto dominó en los intercambios comerciales en todo el planeta.
Crecerían las medidas y las contramedidas, y el transporte marítimo se vería afectado en mayor o menor manera, y no sólo el tráfico de contenedores, que también, sino otros de materias primas.
Conoce el análisis completo de la situación que nos describe este número José Esteban Pérez, en la Coyuntura del sector naval de la revista de marzo Ingeniería Naval.