WindEurope, Consejo Europeo de la Industria Química (Cefic) y la Asociación Europea de la Industria de Composites (EUCIA) han creado una plataforma intersectorial para promover nuevos enfoques para el reciclaje de las palas de aerogeneradores.
En 2018, la energía eólica suministró el 14% de la electricidad de la UE con 130.000 aerogeneradores. Este número seguirá creciendo en las próximas décadas.
Las palas de los aerogeneradores están hechas de materiales compuestos siendo más ligeras y más largas. En la actualidad, se utilizan 2,5 Mt de estos materiales en el sector de la energía eólica.
En los próximos cinco años, se espera que 12.000 aerogeneradores sean retirados. La ampliación de la gama de opciones de reciclaje es fundamental para el desarrollo de la industria.
El CEO de WindEurope, Giles Dickson, apunta que la primera generación de turbinas eólicas está comenzando a llegar al final de su vida útil. Serán reemplazadas por modelos más modernos.
Reciclar las palas viejas es una prioridad y por ello se ha asociado con dos importantes actores de la industria de productos químicos y composites para hacerlo de la manera más efectiva.
El director general de Cefic, Marco Mensink, destaca el papel decisivo que desempeña la industria química en la transición a una economía circular al invertir en investigación y desarrollo de nuevos materiales, que hacen que las palas de los aerogeneradores eólicos sean más fiables, asequibles y reciclables.
El presidente de EUCIA, Roberto Frassine por su parte añade que el sector de la energía eólica siempre ha estado a la vanguardia en el uso de materiales compuestos, ya que son fundamentales para la generación de energía sostenible. Con esta colaboración, esperan establecer un gran estándar de la industria que, en última instancia, también ayudará a los clientes en otras industrias. Lo aprendido se transferirá a otros mercados para mejorar la sostenibilidad de los composites.
Los materiales compuestos a escala comercial mediante el coprocesamiento del cemento.
El coprocesamiento consiste en sustituir los combustibles y las materias primas por residuos permitiendo la recuperación de energía y minerales requeridos para la producción de cemento. Esta práctica se inició en los años 70 con grandes resultados. Se emplean materiales como neumáticos, plásticos, textiles, papel, madera, biomasas, etc. La cantidad de dióxido de carbono emitido durante el proceso de fabricación del cemento puede reducirse hasta el 16% si se emplea el 75% de materiales compuestos como materia prima.
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